En este blog aunque solemos publicar las casas más lujosas del mundo, nos gusta mucho la arquitectura. Cuando conocimos este chalet prefabricado situado en Galicia, nos gustó tanto que no dudamos que teníamos que escribir un artículo. Un chalet de vacaciones situado en una parcela privilegiada, moderno y construído en una fabrica como si fuera un coche.
En plena explosión de las Vanguardias, Le Corbusier defendía que una casa, además de tener la eficacia de un automóvil, debía de producirse de un modo industrial. Casi un siglo después, el estudio madrileño MYCC se acerca mucho a esta idea. Al menos en lo que se refiere al proceso de construcción de este chalet en Galicia. O mejor, a su proceso de fabricación. Porque las dos arquitectas que componen MYCC, Beatriz G. Casares y Carmina Casajuana, han fabricado un edificio. Un chalet de vacaciones creada en una inmensa factoría de ingeniería modular, que una vez concluida, fue transportada por piezas en camiones y montada con grúa. “La primera ventaja, afirma Carmina, es la velocidad. Se construye en tres meses: desde que se inicia el proceso en la fábrica, hasta que queda totalmente instalada. Y una vez sobre la parcela, son quince días más para terminar de ajustarla y ensamblarla. Se trabaja además con un presupuesto cerrado, cosa que no ocurre en la obra tradicional. No hay que olvidar que la estás haciendo como si fuera un coche: con la precisión de las máquinas y bajo cubierta, es decir, si llueve el trabajo continúa”.
Las casas prefabricadas ya no son esos edificios de belleza dudosa y eficacia limitada. Hace tiempo que dejaron atrás la aureola de “vivienda provisional” que las rodeó durante años. Ahora podrían convertirse en una alternativa seria a la edificación convencional. Algo que tienen claro Beatriz y Carmina, defensoras entusiastas de este tipo de proyectos. “Hay incluso criterios de sostenibilidad, dice Beatriz. Como todo se ha hecho en una fábrica, no se desperdicia material. No se tira nada. Además, llegas al paisaje con una grúa y posas la casa encima. No hay destrucción del entorno. No dañas, no ensucias, no destrozas”.
Sin embargo, y a pesar de lo que se pueda pensar por su particular modo de construcción, se trata de un edificio de trazo tradicional con tejado a dos aguas. Y es así no sólo porque había que respetar la normativa urbanística de la zona, sino porque ésta es la línea de trabajo del estudio. “Queremos, continúa Carmina, que las casas que hagamos tengan mucho que ver con el paisaje, que nos relacionen con el lugar”. En este caso, un valle aislado, cerca de Cedeira, en la costa gallega. Una casa que por su volumetría no chirría en un entorno como éste y que además, gracias a las fachadas metálicas, juega a mimetizarse con el paisaje boscoso que la rodea. Para ello sus paneles movibles se han perforado dibujando formas arbóreas. Un pequeño bosque de acero cortén que le da a la vivienda una personalidad rotunda y herrumbrosa. Gracias además a su oxidación autoprotectora, este tipo de acero posee la cualidad de envejecer bien; lo que hará del exterior una piel viva y cambiante.





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